El Ejecutivo

“Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa” – Victor Hugo.

En nuestro artículo anterior hablábamos de cómo mejorar el nivel de meritocracia en nuestras instituciones públicas. Hablamos sobre actualizar nuestras oposiciones, incluida la selección de comités de expertos y ciudadanos y hablamos sobre el uso del sistema de escalera laboral para promover a los trabajadores públicos a puestos más altos en lugar de permitir que los políticos ocupen esos puestos. Entonces, ¿Qué pasa con los cargos más altos en la esfera pública: nuestro ejecutivo compuesto por el Presidente, los Ministros y otros?

El ejecutivo tiene muchas decisiones importantes que a menudo son increíblemente difíciles. Un ejecutivo debe saber cuándo tirar y empujar y cuándo ser duro y amable; debe saber qué herramientas usar para mejorar la productividad y cuándo; debe aprender cuándo escuchar a los subordinados y cuándo escucharse a sí mismo; debe saber cuándo es necesario cambiar o evolucionar las políticas.

No es una tarea fácil y la mayoría no son realmente capaces de asumir el peso de un ejecutivo y dejar la institución en un lugar mejor que cuando asumieron con éxito. Entonces, la pregunta es, ¿Cuántos puestos ejecutivos debería haber y cómo contratamos a la persona adecuada para esos puestos ejecutivos?

¿Cuántos puestos ejecutivos debería haber?

La formación del gobierno del PSOE-Podemos en 2020 creó el mayor número de ministros, secretarios de estado, vicepresidentes y, en general, el mayor número de funcionarios de alto rango de cualquier gobierno español anterior. Entonces uno se pregunta, si los gobiernos anteriores han tenido éxito con gobiernos más pequeños, ¿Por qué necesitamos tantos hoy?

Bueno, en última instancia, no creemos que debamos usar referencias pasadas para el número de ejecutivos sino basarse en necesidades reales. Si necesitamos treinta ministros, entonces deberíamos tener treinta, si necesitamos diez, entonces deberíamos tener solo diez; dicho esto, creemos que debemos optimizar nuestras instituciones gubernamentales y ser lo más eficientes posible. No creemos que necesitemos tantos ministros y vicepresidentes como ahora y es claro que las adiciones actuales se crearon por razones nepóticas más que por la necesidad real de los ministros adicionales y sus respectivos ministerios.

Según nuestras necesidades actuales, creemos que deberían existir 23 puestos en el consejo ejecutivo que incluye al presidente, 14 ministros y 8 puestos adicionales de nivel ejecutivo:

  1. Presidente (jefe de gobierno)
  2. Vicepresidente / Ministro de Territorio
  3. Ministro de Relaciones Exteriores
  4. Ministro de Justicia
  5. Ministro de Economía
  6. Ministro de Seguridad Social
  7. Ministro de Sanidad
  8. Ministro de Educación
  9. Ministro de Infraestructura
  10. Ministro de Ciencia
  11. Ministro de Cultura
  12. Ministro de Agricultura
  13. Ministro de Medio Ambiente
  14. Ministro del Interior
  15. Ministro de Defensa
  16. General del Ejército
  17. Almirante General de la Armada
  18. General del Ejército del Aire
  19. Director de Inteligencia
  20. Director del Banco Central
  21. Gran Tesorero (Auditor)
  22. Gran Defensor del Pueblo
  23. Gran Elector

A nivel de Condado, siendo la defensa y las relaciones exteriores competencias exclusivas del gobierno central, el ejecutivo debe estar integrado por 14 ejecutivos que incluye al Conde, 10 Concejales, 3 cargos adicionales de nivel ejecutivo:

  1. Conde/Canciller
  2. Consejero de Justicia
  3. Consejero de Economía
  4. Consejero de Seguridad Social
  5. Consejero de Sanidad
  6. Consejero de Educación
  7. Consejero de Infraestructuras
  8. Consejero de Ciencias
  9. Consejero de Cultura
  10. Consejero de Agricultura
  11. Consejero de Interior
  12. Tesorero
  13. Elector
  14. Defensor del pueblo

Habiendo enumerado los puestos ejecutivos que creemos necesarios, ¿Cómo deben seleccionarse?

Ejecutivos de Empresas Privadas

Muchos están fascinados por los directores ejecutivos exitosos y otros ejecutivos gigantes de grandes corporaciones y, a menudo, creen que su éxito en los negocios se traducirá en éxito en la política. Desafortunadamente, ese no es el caso. La gente necesita entender que las instituciones políticas no son negocios.

A pesar de las similitudes en la carga de trabajo y las responsabilidades, los ejecutivos políticos (jefe de gobierno, ministros, etc.) nunca tendrán el mismo nivel de poder en los sistemas políticos que los directores ejecutivos de empresas privadas a menos que dirijan una dictadura autoritaria. Los ejecutivos de empresas privadas tienen mucho más poder y opinan sobre cómo se administra una empresa. En los sistemas políticos, los ejecutivos tienen que jugar el juego de la persuasión que implica persuadir a cientos de políticos y trabajadores públicos.

Hay muchos conceptos de gestión y diseños sistémicos que podemos aprender y adoptar de la empresa privada en las instituciones públicas, pero las empresas privadas y las instituciones públicas tienen objetivos, incentivos y entornos muy diferentes. Un CEO necesita asegurarse de que los clientes y las ganancias aumenten de un año a otro para ser considerado un éxito. Un ejecutivo de gobierno exitoso necesita pensar en la supervivencia a largo plazo del estado, sus instituciones públicas, y nunca necesita mantener o agrandar algún margen de ganancia.

Muchos directores ejecutivos de empresas privadas se han convertido en políticos, incluidos presidente y ministro en múltiples ocasiones en todo el mundo, muchas veces fracasando por no poder navegar a través de la burocracia política. Estos ejecutivos están acostumbrados a un ambiente diferente al que encuentran en la política y la mayoría no logra adaptarse en los pocos años que tienen en el cargo. Por esta razón, los ejecutivos de empresas tienden a fracasar en la política. Una cita del libro The Making of the President 1960 nos ofrece una gran perspectiva sobre la realidad de lo que es ser presidente:

“En el mundo de la presidencia, dar una orden no acaba con el asunto. Puedes golpear la mesa con el puño o enojarte... pero no se hace nada excepto mediante un seguimiento interminable, con amenazas, adulación y persuasión”. – Theodore H. White, The Making of the President 1960

Si los directores ejecutivos de negocios exitosos no se convierten en ejecutivos exitosos en instituciones políticas, entonces debemos buscar en otra parte.

Políticos de Carrera y Trabajadores Públicos

Podría ser que están ya dentro de nuestras instituciones públicas; quién mejor para gestionar las instituciones que alguien con años de experiencia trabajando en ellas, alguien que entienda las fortalezas y debilidades, que entienda dónde se asignarían mejor los recursos, que entienda qué cambios mejorarían la institución, y que conozca a las personas que trabajan dentro de estas instituciones y sea respetado por ellos.

Ya mencionamos el sistema de escaleras laboral para la promoción de los trabajadores públicos. ¿Por qué no utilizar el mismo sistema para ocupar los puestos de los funcionarios de rango más alto, como los ministros? Nuestros sistemas actuales no colocan a las personas correctas en el poder. Permitir que un presidente o un partido político elija a funcionarios de alto rango con demasiada frecuencia da como resultado que estos puestos sean ocupados por personas sin experiencia o conocimiento en el campo. Estas posiciones se convierten en fichas útiles para intercambiar favores políticos, recompensas por lealtad o simplemente para dar trabajo a amigos y familiares.

No necesitamos mirar muy lejos para ver las fallas del sistema actual. No olvidemos el desastre que supuso poner a un filósofo, Salvador Illa, con nula experiencia en sanidad como ministro de Sanidad durante la pandemia de la covid-19. ¿Qué tal poner a un politólogo, bueno en realidad solo un activista sobrevalorado, Pablo Iglesias, a cargo de los centros de mayores sin tener ninguna experiencia durante la misma pandemia? ¿Qué tan bien funcionó? Qué decir del puesto de nueva creación de responsable de marketing del gobierno para el marido de nuestra ministra de Economía, Nadia Calvo. ¡Nepotismo puro! Podríamos seguir desmenuzando a todos los funcionarios de alto rango desde la transición que asumieron su papel por simple amiguismo en lugar de verdadero mérito, pero entonces tendríamos que escribir una serie completa sobre el asunto.

El hecho es que el sistema actual no coloca a las personas correctas en el poder. Estos puestos deben ser ocupados por expertos no solo con experiencia real en el campo, sino también dentro de las instituciones públicas que son seleccionados para liderar.

El Presidente, Jefe de Gobierno

Nuestros Ministros y otros puestos de nivel ejecutivo se pueden encontrar fácilmente entre los trabajadores públicos de nuestras instituciones, pero ¿Qué hay del Presidente? Actualmente existe un Ministerio del Presidente cuya función de Ministro es ayudar al Presidente, pero dicho Ministerio no podría producir un Presidente como los otros ministerios. Se debe utilizar un método diferente.

Antes de que podamos averiguar cómo elegimos a nuestro presidente, debemos describir cuál es el papel del jefe de gobierno. El jefe de gobierno preside el gabinete ejecutivo, coordina a los ministros, implementa las leyes, supervisa la burocracia, toma las decisiones más importantes con la aprobación de los ministros y, en los sistemas parlamentarios, es el jefe de la legislatura responsable de la elaboración de leyes.

Teniendo en cuenta sus funciones, formulamos las siguientes opciones para seleccionar a nuestro jefe de gobierno:

1. Los Ministros

Los propios ministros asumen muchas de las mismas funciones que el presidente, por lo que se puede elegir un presidente entre los ministros. También podríamos rotar la posición entre ellos, como en Suiza.

2. Presidentes Regionales

Otra opción, utilizando nuestro sistema de ascenso de escaleras, podemos seleccionar a nuestro Presidente entre los jefes ejecutivos de una división territorial inferior. Los Presidentes de los gobiernos regionales comparten más responsabilidades, deberes y competencias con el presidente que los ministros. También nos daría una idea de cómo sería su presidencia al ser testigos de su competencia como presidente regional. Utilizando nuestro modelo de condados, solo un presidente condal sería elegible para ser seleccionado. Los Presidentes condales podrían elegir un candidato entre ellos y después ser aprobado por voto popular.

Dependiendo de cómo se dividan los condados, el Presidente condal también podría ser seleccionado por los jefes de las unidades territoriales pequeñas que componen el condado y luego aprobado por voto popular entre los ciudadanos del condado. Los jefes de unidades territoriales más pequeñas podrían ser elegidos directamente por el pueblo o seleccionados por los presidentes de la cuadra o edificio y una vez más aprobados por los residentes.

Otra opción es rotar la Presidencia nacional entre los presidentes condales u otras divisiones regionales, de forma similar a como se rota la Presidencia del Consejo Europeo entre los estados miembros de la Unión Europea.

3. Elecciones

Podríamos mantener el sistema actual donde la legislatura selecciona al presidente, pero si tenemos una legislatura sorteada, no sería razonable que seleccionaran un Presidente entre ellos, por lo que una alternativa sería elegir directamente a nuestro Presidente en una elección popular. Como hemos dicho varias veces, por el conflicto de intereses, no estamos a favor de los sistemas electorales pero es una opción.

Nuestra opinión es que deberíamos mantener un cargo separado de jefe de gobierno y, por lo tanto, no creemos que deba rotarse entre los Ministros. El jefe de gobierno es el máximo generalista que debe coordinar adecuadamente a los Ministros y otros ejecutivos para trabajar juntos y poder diseñar políticas con una perspectiva más amplia; como tal, podría ser mejor incluso mantener la Presidencia más independiente de los Ministerios, mediante el uso de la escalera laboral para ascender a uno de los Presidentes regionales que ofrecen una mejor visión de su competencia como coordinador.

Cualquier ejecutivo tiene una tarea difícil con muchas decisiones importantes que tomar. Como hemos dicho, pocos son realmente capaces de asumir el peso de un ejecutivo y dejar a la institución en un lugar mejor que cuando lo asumieron con éxito. Hemos ofrecido diferentes opciones en su selección pero seguro que hay otras no mencionadas. Debemos empezar una conversación sobre la reforma de nuestro gobierno y ampliar las opciones.

Nuestra conversación sobre la reforma de la constitución no termina con el ejecutivo. ¿Qué sucede cuando un ejecutivo comete un delito? ¿Cómo nos aseguramos de que se respete la justicia en este país sin importar quién cometa un delito? ¿Cómo podemos mejorar tanto nuestro poder judicial como la aplicación de la ley? Ese es el tema de nuestros próximos dos artículos.



Meritocracia

Nuestro sistema actual premia a los ineptos y corruptos y castiga a los ciudadanos trabajadores de este país.

Justicia

La justicia española está rota por la falta de independencia. Necesitamos reformas para fortalecerla y democratizarla.