España como Rehén: La Reforma de Nuestra Constitución es Nuestra Única Salvación

23-9-2023

Un en un mural pintado en el parque de Glòries, Barcelona, del artista urbano TVBoy retratando un beso entre Puigdemont y Pedro Sanchez

El sistema parlamentario de múltiples partidos de España, su forma de elegir a líderes y tomar decisiones, se enfrenta a un desafío significativo. Pequeños partidos extremistas, a pesar de representar una minoría del voto popular, están aprovechando la falta de un partido mayoritario y alianzas tradicionales para impulsar legislaciones inconstitucionales y amnistías para criminales. Esta situación resalta la vulnerabilidad de la constitución española a la manipulación por parte de individuos impulsados únicamente por la sed de poder. Para abordar estos problemas, es imperativo que España reevalúe su marco constitucional y se reforme para enfatizar una mayor democracia y participación ciudadana.

La Naturaleza Abusiva de los Pequeños Partidos Extremistas

En el panorama político actual de España, ningún partido individual tiene una mayoría absoluta ni se pueden formar alianzas naturales para crear gobiernos de coalición. Esta situación ha proporcionado a pequeños partidos, que obtienen solo una fracción del voto popular (un máximo de 6%), una influencia desproporcionada causando serios problemas.

Inestabilidad de Políticas: A menudo, los partidos pequeños tienen agendas políticas específicas que atienden a electorados particulares. Cuando se convierten en hacedores de reyes, pueden exigir concesiones políticas de los partidos más grandes a cambio de su apoyo. Esto puede llevar a la inestabilidad de políticas, ya que los gobiernos pueden verse obligados a comprometer sus principios fundamentales para asegurar los votos necesarios. Las políticas resultantes pueden no estar alineadas con los intereses más amplios de los electores, lo que conduce a confusión e insatisfacción entre los votantes.

Erosión del Mandato Mayoritario: Uno de los principios fundamentales de la democracia es que el partido o coalición con la mayoría de votos debería tener el mandato para formar el gobierno. Cuando un partido pequeño tiene el equilibrio de poder, puede anular el voto popular, socavando el principio democrático de la regla de la mayoría. Esto puede generar desilusión entre los ciudadanos que pueden sentir que sus votos no se reflejan adecuadamente en la composición del gobierno.

Captura de Políticas: Los partidos pequeños a veces pueden promover sus propios intereses a expensas de la población en general. Pueden exigir políticas o recursos que beneficien desproporcionadamente a sus seguidores, esencialmente capturando la elaboración de políticas gubernamentales para su propia agenda. Esto puede llevar a una distribución sesgada de recursos y servicios, polarizando aún más el panorama político.

Enfoque a Corto Plazo: Los partidos pequeños a menudo tienen una vida útil limitada y pueden estar principalmente preocupados por ganancias inmediatas, ya que su supervivencia a largo plazo a menudo es incierta. Esto puede fomentar que los gobiernos se concentren en políticas a corto plazo y descuiden cuestiones críticas a largo plazo, como la estabilidad económica, la sostenibilidad ambiental o el bienestar social.

Trueque Político: El proceso de negociación y comercio político con los partidos pequeños para asegurar su apoyo a veces puede parecerse a un trueque político, donde las decisiones se toman no en función del mérito, sino en función de la conveniencia política. Esto puede erosionar la confianza pública en el sistema político, ya que puede parecer que los políticos están más interesados en mantener el poder que en servir al interés público.

Investidura 2023

LEn la situación actual, partidos nacionalistas de Cataluña están tratando de aprovechar la situación. La concesión de amnistía a criminales políticos sería un golpe devastador para la ilusión de justicia en nuestro país y revelaría la cruda realidad de que nunca existió una verdadera justicia ni una separación de poderes. Tal medida socavaría la confianza pública en las instituciones democráticas y dejaría claro que algunos individuos pueden eludir la ley simplemente por razones políticas o por dinero. Esto no solo sería una afrenta a los principios fundamentales de justicia y equidad, sino que también socavaría la confianza de los ciudadanos en el sistema legal y en la integridad de sus representantes. En una verdadera democracia, la justicia debe ser igual para todos, independientemente de su posición política, y cualquier intento de otorgar amnistía a criminales políticos socavaría gravemente este principio fundamental.

En la actualidad, es importante destacar que la inmensa mayoría de los españoles, en torno al 70-77% según diversas encuestas, rechaza rotundamente la amnistía. Incluso dentro de los votantes del PSOE, el partido de Pedro Sánchez, el 72% se opone a conceder amnistía a Puigdemont y a otros fugitivos separatistas. Estos datos son reveladores y subrayan que, en un sistema verdaderamente democrático, ni Sánchez ni los separatistas pueden afirmar de ninguna manera que ceder a las demandas de Puigdemont sea un acto democrático, cuando existe una clara mayoría de españoles en contra de tales medidas.

La amnistía es lo mínimo. El requerimiento de 400 mil millones de euros como compensación a Cataluña, no solo es prácticamente inalcanzable, sino que también va en contra de los principios de una tributación progresiva que debería favorecer a aquellos con menores recursos. Esta suma astronómica pondría una carga financiera insostenible sobre el resto de España y, en última instancia, agravaría las desigualdades económicas y regionales. Medidas como esta contradicen directamente las afirmaciones de progreso, democracia social y socialismo que supuestamente defienden el PSOE y Sumar. En lugar de promover una distribución equitativa de la riqueza y el bienestar, tales demandas solo servirían para beneficiar a los más ricos y a las regiones más ricas en detrimento de las más empobrecidas, lo que va en contra de los ideales de igualdad y justicia social que se dicen abrazar.

Mientras que individuos regulares y concienzudos rechazarían tales demandas radicales, la arena política está lejos de estar llena de ciudadanos comunes. En su lugar, figuras maquiavélicas (si no psicópatas) que priorizan sus propias ambiciones sobre el bienestar del pueblo, cederán a las demandas de los extremistas para obtener poder.

La Falla Constitucional

El problema fundamental aquí es un diseño constitucional que no anticipa las acciones de individuos que buscan el poder a cualquier costo. Los redactores de la constitución de España pueden haber imaginado un sistema que funcionaría bien cuando estuviera dirigido por líderes virtuosos, pero descuidaron abordar el riesgo que representan figuras maquiavélicas dispuestas a torcer las reglas a su favor. Esta falla se hace evidente cuando partidos extremistas, con un mínimo apoyo público, intentan desviar al país de su curso. Los sistemas adecuadamente diseñados funcionan a pesar de la falta de líderes virtuosos. En la situación actual, no hay suficiente transparencia, justicia o democracia en este sistema y por eso somos rehenes de psicópatas.

Reforma de la Constitución para una Democracia más Fuerte

Ante los desafíos planteados por individuos ávidos de poder y partidos extremistas, España debe emprender una reforma constitucional. Esta reforma debe priorizar el fortalecimiento de la democracia y la participación ciudadana para asegurar que la voluntad del pueblo prevalezca.

  1. Participación Directa de los Ciudadanos: Una forma de contrarrestar la influencia de los partidos extremistas es involucrar directamente a los ciudadanos en los procesos de toma de decisiones. Por ejemplo, las decisiones políticas importantes o las enmiendas constitucionales podrían estar sujetas a referendos o podríamos incluir asambleas populares sorteadas en nuestro sistema legislativo. De esta manera, se escucharía la voz real del pueblo y las agendas radicales tendrían dificultades para ganar terreno.

  2. Representación Proporcional: Si se mantuviera un sistema electoral, podríamos ajustarlo para garantizar una representación más proporcional de los partidos en el parlamento nacional. Esto mitigaría el poder desproporcionado de pequeños grupos extremistas y promovería un panorama político más saludable.

  3. Justicia y Separación de Poderes: Un aspecto crucial de una democracia fuerte es la separación de poderes y la administración justa de la justicia. Conceder amnistía a criminales sin un debido proceso socava estos principios fundamentales. Garantizar que el poder judicial mantenga su independencia y que los procedimientos legales se realicen de manera justa es esencial para prevenir el abuso de poder y para asegurar que las decisiones de amnistía se ajusten al estado de derecho, preservando la integridad del sistema democrático.

  4. Transparencia y Responsabilidad: Fortalecer las medidas de transparencia y responsabilidad en el gobierno disuadiría a los políticos maquiavélicos de abusar de su poder. Organismos de supervisión independientes y regulaciones éticas más estrictas pueden ayudar a controlar a los políticos.

  5. Educación y Compromiso Cívico: Fomentar la educación cívica y el compromiso ciudadano es crucial. Una ciudadanía más informada y activa puede discernir mejor los méritos de diversas políticas y rechazar agendas extremistas que socavan la democracia. La gente tiene el deber de salir y protestar contra estas injusticias. Debemos dejar claro que líderes sin escrúpulos, los maquiavélicos, lo psicópatas, no deben permitirse tomar las riendas del poder. Debemos defender nuestros derechos, nuestro país y nuestro futuro.

Conclusión

El estado político actual de España subraya la necesidad de una reforma constitucional. El surgimiento de individuos ávidos de poder, la influencia indebida de pequeños partidos extremistas y los niveles crecientes de corrupción demuestran las vulnerabilidades en el marco existente. Al priorizar una mayor democracia, participación ciudadana y protección contra la manipulación, España puede fortalecer sus bases democráticas y proteger los intereses de su pueblo. Al hacerlo, puede construir un sistema político que realmente sirva a las necesidades y aspiraciones de sus ciudadanos, en lugar de estar bajo el control de quienes buscan el poder por el poder mismo. Ha llegado el momento de reformar nuestra constitución. Democracia. Libertad. Justicia.